No obstante, se puede ver, con cierto optimismo, que el mercado actual se mantiene a medio flote, gracias al impulso que se genera principalmente en las áreas rurales de Andalucía. Así como a la inclusión de productos algo afines o relacionados con esta actividad por parte de estas empresas, para poder mantener esos "flotadores" los mercados llamados en términos económicos "maduros", que son los que ofrecen una demanda de los productos a través de comercios unifamiliares, donde la variedad no prima como en años anteriores, dado que las inversiones por parte de este tipo de microempresas es en muchas ocasiones insostenible; No suelen ofrecer ofertas de carácter atractivo, ni precios en letras grandes y en colores, intentan subsistir mediante una bajada significativa a la hora de mostrar el cliente interés por un determinado producto. 

 

Esto como sabemos, pone de relieve que el sector pudiente, o de nueva generación que se desliza a través de la red, llega a todos los rincones. Cada vez más, van creciendo este tipo de empresas que ofrecen sus servicios y productos a través de las telecomunicaciones. Obviamente, nunca nos podrán ofrecer, y, por tanto, dar esa confianza que nos brinda ese establecimiento, que no es emergente o tecnológicamente avanzado.

 

Este descenso tan escalonado o curvado se ha generado por la situación de inestabilidad tanto política como económica, que vivimos en nuestro país. Ante el estado de crisis y la inseguridad legal, ilegal o alegal de a los que nos gustan las armas de caza, surge esa indecisión de adquirir más o menos ellas. El Reglamento de Armas, con sus grandes lagunas que son incomprensibles en pleno siglo XXI, sufre, y los cazadores también, esa serie de incongruencias que no encajan con la situación del resto del mercado europeo en lo relativo a uso y tenencia de armas deportivas. 

 

En ciertas épocas, surgen los repuntes de facturación o ventas por parte de estos pequeños comercios supervivientes, (que no olvidemos que son empresas que en su día dieron empleo), motivados por las aperturas de temporadas de caza y que incentivan la necesidad  a los cazadores a acudir a ellos para suministrarse de algún producto o arma. 

 

Como conclusión, se podría decir que todos los indicadores apuntan a un descenso algo crítico si no se buscan y ponen en marcha soluciones a un sector tan querido y a la vez poco cuidado por algunos cazadores. Hemos de prestar cierta atención y analizar donde vamos a hacer esas compras, dado que en nuestra región por suerte existen aún armerías que pueden ofrecernos eso que precisamos a un precio aceptable, en otros casos si compramos fuera, en muchas ocasiones hay que incrementarles una serie de gastos como son transporte, gestión de reembolso, etc... por tanto, hago un llamamiento, señores cazadores, cuidemos lo nuestro.